domingo, 16 de diciembre de 2018

Reivindicando a Jane Austen, escritora feminista


Tal día como hoy, hace 243 años, nació la escritora británica Jane Austen (Steventon, 16 de diciembre de 1775-Winchester, 18 de julio de 1817). Las efemérides suelen servirnos para traer a la memoria pública a quienes por vida y/o obra han sorteado la finitud anónima de las lágrimas bajo la lluvia. Jane Austen es una de mis autoras preferidas, y su aniversario me parece buena ocasión para reivindicarla como autora feminista.

Del alcance universal de su obra podría deducirse que nada inhabitual se interpuso en su labor creadora. Pero Jane Austen encontró restricciones “propias de su sexo”, es decir, producto de lo que la sociedad de su tiempo determinaba como “propio de mujeres”. Conocemos que tuvo acceso a una educación más sólida que la destinada a las mujeres en la época, por la dedicación docente de su padre y la vocación artística de su madre, y sabemos de las dificultades que tuvo en materia económica, como no el poder heredar ni tener propiedades ni ganarse la vida autónomamente. Ella lo intentó con la literatura, sorteando la presión social, como lo demuestra el carácter anónimo de sus primeras publicaciones y el hecho conocido de que cuando el chirriante gozne de la puerta le avisaba de las visitas escondía el manuscrito y sacaba la labor de punto. Porque el mandato de género no alentaba a las mujeres para que expresaran su visión del mundo, como recordaba en 1929 Virginia Woolf. Las mujeres estaban entonces bajo la tutela de padres, esposos o hermanos y apenas podían decidir sobre su destino y sus vidas. Y Jane Austen lo reflejó y lo cuestionó en sus novelas.


Jane no se conformó, abogó desde sus obras por la autonomía de las mujeres, en el estrecho margen en que podía hacerlo desde su posición. Defendió derechos básicos, como el derecho a la educación, el derecho a expresar y defender sus opiniones, a ser tratadas como seres que no eran sólo portadoras de tiernos sentimientos, sino también de inteligencia. Y, especialmente, el derecho a decidir sobre sí mismas. Aunque no consta un conocimiento directo, la defensa de tales derechos en sus obras y el uso de argumentaciones similares la vinculan al despertar del movimiento feminista ilustrado de Mary Wollstonecraft y su obra Vindicación de los derechos de la mujer (1792).

Compara Virginia Woolf en Una habitación propia (1929) el genio creativo de Shakespeare y Austen sosteniendo que sus mentes habían quemado todas las barreras, pero refiere obstáculos diferenciales, barreras de género, para Jane: “Si Jane Austen sufrió en algún modo por culpa de las circunstancias, fue de la estrechez de la vida que le impusieron. Una mujer no podía ir entonces sola por las calles. Nunca viajó; nunca cruzó Londres en ómnibus ni almorzó sola en una tienda...”. En tiempos de Jane Austen, y hasta épocas cercanas, las mujeres no han dispuesto de recursos económicos ni de la autoridad o libertad necesarias para ejercer de escritoras, debido a factores vinculados al género: por el rol doméstico-familiar, por la falta de control sobre su fertilidad, por el acceso negado o dificultado a la educación, al ejercicio profesional, a las instituciones. Por la falta de credibilidad, por un canon literario patriarcal que tiende a reproducirse desde las élites masculinas herméticamente cerradas a la creatividad, el talento y la palabra de las mujeres.

Volvamos a sus novelas. Muchas de sus protagonistas femeninas (Lizzy Bennet, Anne Elliot, Elinor Dashwood...) se caracterizan por una educación inusual que les dota de las facultades de observación, reflexión y crítica, y de capacidad de interlocución en defensa de sus opiniones. Y comienzan las quejas, la conciencia de que ser mujeres les condena auna vida subordinada, encerrada en el ámbito doméstico, sin oportuidades ni autonomía. Anne Elliot observa en Persuasión: “Carecemos de vida propia. Vivimos recluidas en el hogar...”. Lizzy Bennet critica en Orgullo y Prejuicio la educación ornamental que la buena sociedad establecía para las damas.

Además de esa educación segregada y diferencial, Jane Austen constata cómo les perjudican los prejuicios y la misoginia cultural que se transmite en los libros (escritos por los hombres), como cuatrocientos años antes denunciara otra precursora, Christine de Pizán, en La ciudad de las damas (1404). Pero los personajes de Austen no se conforman ni se callan. En Persuasión, el capitán Herville le dice a Anne Elliot: “no recuerdo haber abierto en mi vida un solo libro en el que no se aluda, de una manera u otra, a la inconsistencia de las mujeres. Todas las canciones y todos los proverbios giran en torno a las flaquezas femeninas. Claro que usted me dirá que todo eso ha sido descrito por hombres...”. Y Anne Elliot le responde: “Los hombres siempre han disfrutado de una ventaja, y ésta es la de ser narradores de su propia historia. Han contado con todos los privilegios de la educación y, además, han tenido la pluma en sus manos. No, no admito que presente los libros como prueba”.

Los personajes femeninos, sean Elizabeth Bennet, de Orgullo y Prejuicio, o Elinor y Marianne de Sentido y Sensibilidad, o Anne Elliot, de Persuasión..., deciden sobre sí mismas. Rebasan los imperativos de encierro, silencio, sumisión. Cuestionan la hipocresía social y la doble moral. Y a la vez nos trasladan los valores de la empatía, el apoyo mutuo, la compasión. Sortean dificultades de la vida cotidiana, de la dependencia económica. Vencen las limitaciones del ángel del hogar victoriano afirmando los cuidados, la sostenibilidad doméstica, anticipando posiciones de la llamada economía feminista. Se enfrentan con contundencia a personajes autoritarios, mujeres u hombres, y se afirman como personas con criterio y voz propia. Suponen la introducción en la literatura del inconformismo de las mujeres respecto a su restricción de derechos y oportunidades, junto con la crítica a una cultura y una sociedad patriarcal y clasista que limita su autonomía.


 Abordar la narrativa de Jane Austen con una mirada de género supone plantear varias cuestiones. Como sabemos, por género en las ciencias sociales, y en el conjunto de saberes académicos, se entiende la construcción sociocultural edificada en torno a la diferencia sexual que establece y asigna a los sexos de forma diferenciada y desigual roles, características de la personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder e influencia. En este caso, la mirada de género implica preguntarnos si el hecho de ser mujer le perjudicó en su dedicación a la escritura; indagar si a través de sus novelas y personajes puede vislumbrarse una mirada distinta, que aporte luz a aspectos antes ignorados en la literatura acerca de la situación de las mujeres y explorar las relaciones de poder entre los sexos; revisar si creencias y prejuicios sobre los sexos son cuestionados o confirmados... Por último, analizar si con sus personajes se rebate el conformismo con unos roles preestablecidos que mantenían a las mujeres en inferioridad social, impugnando una transmisión cultural hegemónica legitimadora de esta desigualdad. Cabe concluir que sí, Jane Austen fue una feminista de su época.




miércoles, 5 de diciembre de 2018

Libro vital e imprescindible de medicina ecofeminista

Medio ambiente y salud. de Carme Valls-Llobet.
Madrid, 2018: Ediciones Cátedra
 Ilustración de portada: Verónica Perales Blanco.

Este libro de medicina ambiental y ecofeminista nace con la vocación de concienciar e informar para prevenir y proteger, atendiendo a diferencias de género no consideradas, debido al androcentrismo dominante.

Apenas son conocidos los peligros para la salud que provienen de la degradación medioambiental y de la exposición a sustancias tóxicas. 

Y pocas personas cuentan con información o con medios a su alcance para reducirlos o prevenir las enfermedades que causan.

Desde la ciencia, fruto de su extensa trayectoria profesional, la endrocrinóloga Carme Valls-Llobet atestigua médicamente estas nuevas enfermedades y evidencia los diferentes efectos en mujeres y hombres, a menudo más graves en el caso de las mujeres, ya que por razones biológicas y de género, las mujeres presentan una mayor vulnerabilidad a estos nuevos riesgos.

Revisa la autora los contaminantes usuales (productos orgánicos, pesticidas, disruptores endocrinos, metales pesados), junto a otros, como radiaciones y campos magnéticos, que llegan a través del aire, del agua, de alimentos y cosméticos, de la contaminación presente en los ámbitos doméstico y laboral. Y expone las consecuencias para la salud, a medio y largo plazo.

Nuevas enfermedades como el síndrome de sensibilidad química, la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica, están relacionadas con exposiciones tóxicas, así como el incremento de otras (obesidad, diabetes, cánceres ginecológicos…). Y los riesgos aumentan cuando el género intersecciona con otros condicionantes, como la pobreza, la clase social, etc.

Además de la alerta contaminante, aporta orientaciones para prevenir, para detectar problemas y enfermedades, para reducir su impacto en la vida cotidiana, lo que le convierte, como señala en el prólogo la filósofa ecofeminista Alicia H. Puleo, en un libro vital e imprescindible de medicina ambiental ecofeminista.

Medio ambiente y salud. Mujeres y hombres en un mundo de nuevos riesgos, de Carme Valls-Llobet. Madrid, 2018: Ediciones Cátedra y Universitat de Valencia. Colección Feminismos. Prólogo de Alicia H. Puleo. Ilustración de portada de Verónica Perales Blanco.

 (Reseña aparecida en la revista Trabajadora, 64, julio 2018)

sábado, 22 de septiembre de 2018

Otra lectura de "El adversario" (Carrère) es posible y necesaria: pónganse las gafas violetas


En estos días está apareciendo en prensa que podría salir en libertad condicional el asesino Jean-Claude Romand, condenado a cadena perpetua por el asesinato, en enero de 1993, de su esposa Florence, de su hija  y de su hijo, ambos de corta edad, de su padre y su madre, incluso de su perro.
Pero lo más curioso es que lo que verdaderamente estremeció a Francia y motivó a escribir la historia del asesino a Emmanuel Carrère en El adversario, y vuelve a estar de actualidad (Ver “Una literatura sin verdugos”, de Marc Basset, en Babelia 22.09.2018), no fue este tremendo crimen sino la impostura que Romand mantuvo durante casi 18 años: sin haber pasado de segundo curso de Medicina se inventó una dimensión profesional de hombre de éxito que mantuvo sin levantar sospechas día tras días hasta días después del asesinato múltiple.
La máscara que se construye es la de un hombre de origen humilde, compasivo, amante de los animales, investigador y profesor, buen esposo y padre de familia ejemplar… Mantiene una cotidianeidad de hombre entregado al trabajo, a las clases en la universidad, a los viajes a congresos y encuentros médicos por todo el mundo… Pero todo es humo. Además, recurre a pequeñas estafas a familiares para lograr la solvencia económica. Y utiliza varias veces la tapadera de graves enfermedades, cuando alguien hace una pregunta indiscreta.
En un momento en que está en una situación complicada, en lo económico, a punto de ser descubierto por Florence, Romand, de manera planificada, le aplasta el cráneo a ella, dispara a su hijo y a su hija, se dirige a la casa de sus padres, les engaña y les dispara por la espalda, junto al perro familiar, intenta asesinar a su amante, vuelve a la casa y, cuando sabe que el humo alertará a los servicios de basura municipales, incendia la vivienda y realiza su último acto de impostura doméstica, fingiendo un intento de suicidio.
Si nos ponemos las muy recomendables gafas feministas, analizaremos hechos y novela desde otro ángulo: la impostura adoptada como manera de vida a lo largo de veinte años por el asesino Romand  y su tremendo crimen de género es una respuesta violenta ante un fracaso vital que le impedía estar a la altura de las expectativas contenidas en el mandato de género.
Carrère decide escribir sobre  Romand, porque le interesa él, el impostor, no el asesinato múltiple. En su reconstrucción literaria le aporta muchas veces una controvertida cobertura ética, muchas veces con una comprensión comprometida (“Sentía piedad, una simpatía dolorosa al recorrer las huellas de aquel hombre que erraba sin rumbo, año tras año, replegado sobre su absurdo secreto, que no podía revelar a nadie y que nadie debía conocer so pena de muerte…”). Otro ejemplo de la nula empatía con las víctimas de violencia de género.
Parece necesaria una lectura en clave de género, identificar los cimientos de la impostura de Romand como constituyentes de la masculinidad hegemónica tradicional: su horrendo y múltiple crimen es, en realidad, un acto más de la frecuentemente invisibilizada violencia de género. 
Es necesario porque los asesinos de mujeres, de crímenes de género, no pueden ser elevados a la categoría de “gran personaje de la literatura francesa” (así lo cataloga Marc Basset hoy en el citado artículo de Babelia).

viernes, 24 de agosto de 2018

Visionarios girasoles ciegos


Un día como hoy en el que (por fin!) se actúa para desalojar al dictador del mausoleo construido en buena parte por el trabajo de esclavitud de presos republicanos vencidos, propongo releer este libro. Quizá porque parece hablar de derrota, pero para mí que estos relatos aportan mucho más, proponen bucear en los ángulos de la memoria histórica y escarban en realidad de elecciones éticas que suponen de facto un cuestionamiento de la masculinidad hegemónica. De los cuatro relatos de Alberto Méndez (Madrid, 27 de agosto de 1941 - Madrid, 30 de diciembre de 2004) contenidos en Los girasoles ciegos, se dice que es una memoria de los derrotados. La derrota vertebra los cuatro relatos desde su presencia en los títulos y, sobre todo, porque sus protagonistas (todos hombres, una vez más) vivifican derrotas del arquetipo del guerrero y porque con su posición ética en realidad suponen derrotas de los pilares de la masculinidad hegemónica que se asientan en este arquetipo. Ficción masculina, sí, pero crítica con la masculinidad.

En el primer relato (“Primera derrota, 1939, o Si el corazón pensara dejaría de latir”), el capitán franquista Carlos Alegría, que desafía los códigos castrenses en varios momentos, se entrega el mismo día (1 de abril de 1939) en que se proclama la victoria franquista, bajo el grito ¡Soy un rendido!, al bando republicano, porque no quiere formar parte de la victoria. Es condenado a muerte por traidor y fusilado al amanecer, aunque sobrevive al fusilamiento (como el Sánchez Mazas de Javier Cercas en Soldados de Salamina, pero qué distintas las dos obras de ficción y sobre todo las elecciones éticas de sus personajes). Parece que la renuncia del capitán Alegría al privilegio de la victoria por su dimensión compasiva es un buen ataque a los cimientos de la masculinidad hegemónica: ser un ganador, ser fuerte, ser agresivo y respetar las normas y jerarquías castrenses.

En el segundo relato, (“Segunda derrota, 1940, o Manuscrito encontrado en el olvido”), se basa en el hallazgo en la posguerra española de un manuscrito junto a los cadáveres de un joven, un bebé y una vaca. El manuscrito, un cuaderno de hule escrito a mano por un joven poeta republicano huido, cuenta los últimos meses de su vida, escondido en la braña durante el invierno de 1940. Su joven compañera Elena acaba de morir de parto y él se encuentra huyendo, escondido y aislado en un paraje montañoso, sin alimentos, y sin posibilidad de ayuda. En esos pocos meses en que sobrevive surge una básica hermandad con una vaca, con cuya leche alimenta al bebé y que les proporciona calor. Los tres conforman una peculiar familia. Cuando la cadena de cuidados mutuos falla, la supervivencia es imposible. Cuidados, interdependencia y relación interespecie, paternidad… Nuevo desafío a los códigos patriarcales.

En el tercer relato (“Tercera derrota, 1941, o El idioma de los muertos”), el médico prisionero republicano, Juan Semra, gana tiempo (y vida) en el interrogatorio del tribunal militar con una mentira sobre su coincidencia en la cárcel con el hijo del coronel franquista que le interroga. Con sus hábiles mentiras crea un perfil de héroe del hijo para el coronel, y mientras, sobrevive en los juicios sumarísimos de los falsos tribunales franquistas, entre fusilamientos de sus compañeros de prisión. El fusilamiento de un joven compañero, Eugenio, le despierta del sueño de la sumisión y decide contar la verdad del hijo, un renegado, ladrón y cobarde, sabiendo que le acarreará la muerte. Este mago de la palabra y la mentira elige en última instancia la verdad desnuda, desafiando de nuevo el código de honor bélico.

En el cuarto relato (“Cuarta derrota, 1942, o Los girasoles ciegos”), narra un acoso sexual desde tres puntos de vista:  el del diácono, el Hermano Salvador, que se confiesa por cata a su confesor episcopal relatando su “pecado”; el de Lorenzo, un adulto que se recuerda con siete años, cuando vivía con su madre, Elena, y con su padre escondido en un armario, y que rememora el acoso de su profesor, el Hermano Salvador, hacia su madre; y el de un narrador omnisiciente que va a relatar los hechos. Perspectiva narradora múltiple, en la que falta la voz de la mujer, Elena, o una perspectiva centrada en ella.

El diácono escribe su carta exculpatoria echando la culpa de su caída en el pecado de la carne a Elena, ya que en tanto que mujer es descendiente de la Eva bíbilica y es la que con su sola existencia provoca su caída. El pecado es la Naturaleza de la mujer. Sus palabras (Reverendo padre, estoy desorientado como los girasoles ciegos. A pesar de que hoy he visto morir a un comunista, en todo lo demás, padre, he sido derrotado…) dejan al descubierto con que lo que ha visto socavado es su estatus de género. Como vencedor, como superior física, moral y políticamente (y genéricamente) creía que le correspondía esa mujer como botín de guerra y esperaba pasividad y sumisión. Pero el relato evidencia la sucia ficción patriarcal que culpabiliza de antemano a la mujer que va a sufrir una agresión sexista. Desde la ficción, Alberto Méndez desafía de forma compleja y ramificada algunos de los mandatos de género de la masculinidad tradicional.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Claves ecofeministas para analizar y actuar


La literatura dibuja mundos posibles que reflejan como un espejo las cosmovisiones de mujeres y hombres. Reflejan, y contribuyen a legitimar, las visiones sobre las relaciones de género y las relaciones de mujeres y hombres con la Naturaleza y los seres vivos.

De nuevo, naturaleza y cultura, en relación desigual, presentes en el imaginario colectivo por la infiltración hegemónica en forma de sesgo de un neoliberalismo patriarcal con ambiciones de dotar de un lavado de imagen a su finalidad de explotación sin límites.

El ecofeminismo crítico, tal como ha sido formulado desde la filosofía por Alicia H. Puleo,  permite analizar si en los textos literarios se observan miradas y elaboraciones ficcionales diferenciadas entre autoras y autores en el dualismo naturaleza/cultura y en cuanto a las identidades y a los roles de género.

También permite analizar en los textos literarios presencias/ausencias de tematizaciones como las siguientes: la dimensión compasiva respecto al conjunto del ecosistema, la defensa de la igualdad y la autonomía para las mujeres, la denuncia de la opresión y la explotación de la naturaleza viva humana y no humana, la universalización de la ética del cuidado junto a la ética de la justicia, y la posibilidad de imaginar otro mundo más justo.

Si te interesa este planteamiento, te invito a leer el trabajo Claves ecofeministas para el análisis literario, incluido en el Número monográfico de la Revista GénEros de la Universidad de Colima (México), Género, medio ambiente, teorías y prácticas ecofeministas, coordinado por Georgina Aimé Tapia González. Número 21 / Época 2 / Año 24 Marzo - Agosto de 2017.

Este número monográfico profundiza en las potncialidades críticas del ecofeminismo de base ilustrada e incluye también una entrevista a la filósofa que ha elaborado esta propuesta crítica: Entrevista a la filósofa ecofeminista Alicia Puleo, por Georgina Aimé Tapia González

Otros artículos interesantísimos de este número monográfico, que no pierde actualidad:

. La liberación de la naturaleza y de la mujer en la filosofía de Val Plumwood , por Lizbeth Sagols, Universidad Nacional Autónoma de México.
.  . Algunos animales somos más iguales que otros Hacia una zoedanía materialista, por Mónica Cano Abadía, Universidad de Zaragoza, España.
 . El papel de las mujeres en la construcción de soberanía alimentaria, por  Nadia Marlene Rosas Chávez y Tyanif Rico Rodríguez, Colegio de Michoacán.
. Cuerpos-mujer, territorio a colonizar. “El desierto” de Elizabeth Vivero, por Marín Adriana Sáenz Valadez, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
. Los ecofeminismos como vanguardia en la interseccionalidad feminista, por Elena Martínez Pérez, Universidad de Castilla La Mancha, España.
. Tejiendo lazos entre el ecofeminismo crítico y la educación para el desarrollo, po Ruth María Escribano Dengra, Universidad de las Illes Balears, España.
.  Cuerpo o memoria, por Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara, Universidad Autónoma de Nayarit.
. La irrupción de una ciclista en la ciudad, por  Walkiria Torres, Universidad Autónoma de Aguascalientes.
.  Arte ecofeminista, por Josefina Silva Farías, Universidad de Colima
. Género, agroecología y soberanía alimentaria: Perspectivas ecofeministas, por Emma Siliprandi y Gloria Patricia Zuluaga (coords.) Icaria, Barcelona, 2014, por  Andrea Georgina Castell Rodríguez, Universidad de Colima.
 . Hija de la laguna Cabellos, E. (Director), & Torrent F., Nuria (Productora) (2015). Hija de la laguna. Perú: Guarango, por Patricia Nolasco Clemente, Universidad de Colima


Links:

Claves ecofeministas para el análisis literario:
http://bvirtual.ucol.mx/descargables/803_ilovepdf_com-47-76.pdf

Número monográfico de la Revista GénEros de la Universidad de colima (México), Género, medio ambiente, teorías y prácticas ecofeministascoordinado por Georgina Aimé Tapia González. Número 21 / Época 2 / Año 24 Marzo - Agosto de 2017.
http://revistasacademicas.ucol.mx/index.php/generos/issue/view/128


miércoles, 8 de agosto de 2018

Filósofos, poetas, moralistas, todos –y la lista sería demasiado larga– parecen hablar con la misma voz… (Sobre la misoginia cultural)

Una pregunta de partida. Si estamos en pleno siglo XXI, el llamado “siglo del feminismo” (y recordemos que ya el anterior fue denominado “siglo de las mujeres”, como la obra homónima de Victoria Camps), ¿cómo es posible que permanezca activo y reproduciéndose en todo el mundo un imaginario misógino?

Las creencias acerca de la inferioridad (física, intelectual, moral, política…) de las mujeres vienen de lejos y han sido institucionalizadas desde los distintos poderes, especialmente desde el poder religioso, político, económico y cultural.

Ya la considerada primera escritora occidental profesional, Cristina de Pizán se interrogaba en los albores del siglo XV por la razón de la misoginia imperante: “Me preguntaba cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas bien de palabra bien en escritos y tratados. No es que sea cosa de un hombre o dos (…) no hay texto que esté exento de misoginia. Al contrario, filósofos, poetas, moralistas, todos –y la lista sería demasiado larga– parecen hablar con la misma voz para llegar a la conclusión de que la mujer, mala por esencia y naturaleza, siempre se inclina hacia el vicio…” (Cristina de Pizán, La ciudad de las Damas, 1404). Y el discursos hegemónico de la superioridad masculina (y la consiguiente inferioridad femenina) es el sesgo denunciado por el filósofo prefeminista Poulain de la Barre a finales del siglo XVII y por la larga trayectoria del feminismo de base ilustrada, de más de trescientos años de historia, entre otras voces.

Dada la importancia del orden cultural en la institucionalización del imaginario simbólico, propongo algunas lecturas indispensables para abordar esta cuestión. Para conocer y detectar la misoginia. Para denunciarla y combatirla hasta erradicarla.


Historia de la misoginia
Esperanza Bosch, Victoria A. Ferrer y Margarita Gili
Barcelona: Antrhopos, 1999

En Historia de la misoginia (Esperanza Bosch, Victoria A. Ferrer y Margarita Gili) aportan una definición de la construcción histórica del propio concepto de misoginia, desde la deconstrucción de la consigna “la mujer es la puerta del diablo”, elaborada y difundida por la misoginia medieval; un acercamiento desde la psicología, denunciando los sesgos de género de esta nueva ciencia edificada con el lastre de las viejas creencias patriarcales y señalando las aportaciones de la perspectiva de género; revisando cómo se construyen socialmente las desigualdades de género (estereotipos, roles, prejuicios y discriminaciones) y alertando de algunas manifestaciones misóginas actuales. Indispensable.


Una breve historia de la misoginia (antología y crítica)
Anna Caballé
Barcelona: Lumen, 2006

La antología incluida en La breve historia de la misoginia (Anna Caballé) aporta numerosos ejemplos de la instalación de estas creencias gracias al inagotable esfuerzo de “filósofos, poetas, moralistas, todos”, retomando la célebre expresión de Cristina de Pizán, de reproducirlas sin cesar: las malas mujeres, de cabellos largos pero ideas cortas, débiles, petulantes y petrimetras… Una colección de perlas misóginas que atestigua que mucha de la producción cultural y literaria contemporánea responde al igual que la antigua, la medieval, la moderna y la reciente, a consignas patriarcales y misóginas.


Feminismo y misoginia en la literatura española
Cristina Segura Graíño (Coord.)
Madrid: Narcea, 2001

Adentrándonos en las fuentes literarias, el libro Feminismo y misoginia en la literatura española (Cristina Segura Graíño, coord.) aporta demás el valor de las fuentes históricas en la historia de las mujeres y, con el trabajo investigador de varias especialistas, aporta la relectura de obras de nuestro canon literario institucionalizado (La Celestina, La perfecta casada, Lope de Vega o Fernández de Moratín…) a la vez que destaca la voz propia de algunas de nuestras mejores autoras, enfrentándose con sus obras a la misoginia: Emilia Pardo Bazán, Josefina Aldecoa, Mercé Rodoreda, Rosa Chacel, María Zambrano, Montserrat Roig…

En la labor de denuncia de una crítica literaria misógina destaca la documentada obra de Laura Freixas en La novela femenil y sus lectrices, como ya hiciera antes en su clásica Literatura y Mujeres (Escritoras, crítica y público en la España actual). Desmonta las ideas que proliferan sobre el dominio editorial de las mujeres (“El boom de las mujeres”, “Ellas dominan la industria editorial”…), y sobre la inferioridad de la obra de las mujeres, que repiten sin complejos destacados voceros del patriarcado en activo (“El trono femenino de la novela fácil y digestiva”, “el amplio mercado de la novela femenil” – y la lista, de nuevo, sería demasiado larga.

Conocer estas –y otras- obras documentadas desde la investigación, el análisis y la crítica feminista es fundamental para desmontar el imperio oculto de la misoginia, responsable de la persitencia de prejuicios, discriminaciones y violencias hacia las mujeres. Porque son sus ideas (misóginas) pero limitan y atentan contra nuestros derechos, nuestra independencia, nuestras vidas.
La novela femenil y sus lectrices
(la desvalorización de las mujeres y lo femenino
en la crítica literaria española actual)

Laura Freixas
Córdoba: Servicio de Publicaciones de la UCO, 2008

domingo, 5 de agosto de 2018

Para que no olvidemos lo que somos, detengámonos hoy y recordemos

El silencio roto. Mujeres contra el franquismo.
Fernanda Romeu Alfaro.
Madrid: El Viejo Topo, 2002.
 “Nosotras recordamos. Decidimos y escribimos para que las experiencias de las mujeres no queden envueltas en silencio”, Así inicia Fernanda Romeu Alfaro, historiadora, un libro fundamental para la memoria histórica y para la historia reciente de las mujeres en España: “El silencio roto. Mujeres contra el franquismo”.

Precisamente hoy, 5 de agosto, recordamos de manera especial a las “13 Rosas”, 13 mujeres jóvenes, la mayoría de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), fusiladas a las 7 de la mañana del 5 de agosto de 1939. Media hora después que los fueran otros 57 detenidos. 

La historiadora Fernanda Romeu aporta las cartas de las presas, dictadas o autógrafas, los recuerdos y testimonios de sus compañeras, la memoria en su dimensión de justicia, verdad y solidaridad, de sororidad.

Ofrece, transcrita por una compañera de celda, la última carta de Julia Conesa, el mismo día de su fusilamiento. “Salgo sin llorar”, dice, “Me matan inocente pero muero como debe morir una inocente”. Con dignidad. “Que mi nombre no se borre de la historia”. Por eso, especialmente hoy recordamos y ofrecemos el homenaje de la memoria, por quienes fueron y por quienes fueron como ellas, a las 13 jóvenes asesinadas:

Carmen Barrero Aguado (20 años). Martina Barroso García (24 años). Blanca Brisac Vázquez (29 años). Pilar Bueno Ibáñez (27 años). Julia Conesa Conesa (19 años). Adelina García Casillas (19 años). Elena Gil Olaya (20 años). Virtudes González García (18 años). Ana López Gallego (21 años). Joaquina López Laffite (23 años). Dionisia Manzanero Salas (20 años). Victoria Muñoz García (18 años).Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años).

También es importante la labor de recopilación y memoria que incluya el protagonismo de las mujeres, demasiadas veces oculto, invisible. Fernanda Romeu Alfaro ofrece en su libro un itinerario colectivo de para la memoria de las mujeres represaliadas durante la dictadura franquista, y, fundamentalmente, ofrece el testimonio de las mujeres resistentes durante las cuatro décadas de la dictadura: “Para que no olvidemos lo que somos, detengámonos hoy y recordemos, ya que vivimos en una sociedad construida sobre la mentira y la ambigüedad”.

Un itinerario que se reconstruye, con fuentes orales, entrevistas, relatos autobiográficos,  y documentos de todo tipo, desde las tapias de los cementerios y las cárceles franquistas hasta las guerrillas; de las puertas de las cárceles a las primeras movilizaciones de resistencia; de la acción  al compromiso político, sindical, feminista…

Es una lluvia de nombres de mujeres, relatos de sus vidas, de sus luchas, de la construcción colectiva de la resistencia civil, política, sindical, feminista.

Porque, parafraseando a Celia Amorós, recuperar la memoria y la genealogía feminista es también una tarea emancipadora. Sí. Las mujeres estaban en la lucha contra el golpe fascista, contra la dictadura franquista, por los derechos y libertades democráticos, por los valores republicanos, por la igualdad. Y sí, las mujeres lucharon, luchan, lucharán.



viernes, 3 de agosto de 2018

Sucedió en París, pero está ocurriendo a tu alrededor




"Nuestra historia empieza en mayo de 1957, en la ciudad de París". 

Quizá esta historia que así comienza nos alerte de que la violencia, esa fuerza contaminante, no se pierde o se acaba, sólo se transforma. 

Un músico francés que contrata a una refugiada como empleada de hogar. “Saffie es una criada excelente en todos los sentidos”. Y luego, boda, un hijo. Y luego, la vida sigue. ¿A quién le importa esa línea argumental del triángulo amoroso y el adulterio? No, eso no es lo que atrae desde su extrañeza en este relato de posguerra. 

Sorprende por la empatía con que se han construido los personajes, desde sus fortalezas y debilidades, y, fundamentalmente, por la voz narradora.

Una voz sutil, que enmarca la trama en el fondo histórico (la Francia de los años cincuenta, sesenta) y el acontecer de los personajes del triángulo enredado en el acontecer de los sucesos y cambios sociales de esos años. Y qué decir de la ironía con que se relatan los excesos totalitaristas, con el fondo histórico de la guerra de Argelia y las secuelas de la II Guerra Mundial,  la brutal represión, el exterminio del otro, el racismo entrelazado con la violencia del poder, el camino sin retorno de la desmemoria...

La enigmática Sophie o la desdibujada línea entre el paraíso y el infierno, y mochila híbrida de fragilidad y resistencia como forma de afrontar el patriarcal mundo de la guerra. El flautista Raphael o el precio del conformismo. El desamparo del héroe, el exiliado, el luthier húngaro, el que menciona el poder político de la música. Y el amado hijo de nadie. 

Podría decirse también que forma parte de una tradición literaria de literatura de exculpación ("Ah, sí. Todos somos todavía inocentes"), en la que se integra también, entre otros ejemplos, Almas grises, de Phillippe Claudel. Literatura que refleja (y legitima) también la tolerancia social hacia ciertas formas de violencia. De nuevo, un subtexto de violencia de género, oculta y normalizada, que explota cuando se dirige hacia los hijos como venganza por la independencia de la madre. Evidente desde la lectura feminista.

Y el final: “Lo único que tienes que hacer es levantar la vista: está ocurriendo a tu alrededor sin cesar”.

La huella del ángel, de Nancy Huston, Salamandra, 2009

jueves, 2 de agosto de 2018

Sostenibilidad con igualdad

ECOLOGÍA Y GÉNERO EN DIÁLOGO INTERDISCIPLINAR

Alicia H. Puleo (ed.). Plaza y Valdés 2015


La publicación Ecología y género en diálogo interdisciplinar, que edita Alicia H. Puleo, compila diversos trabajos con aportaciones teóricas y prácticas elaboradas en el cruce de caminos de distintas áreas disciplinares con la ecología y el feminismo, configurando miradas críticas generadas mediante la interlocución explícita o implícita de sus respectivas claves conceptuales, contribuyendo en conjunto a asentar una nueva cultura de la sostenibilidad con la igualdad de género como eje irrenunciable.

 Contiene más de veinte trabajos realizados por especialistas que aportan conocimientos y perspectiva crítica, dejando ver una preocupación por la sostenibilidad del medio ambiente, universalizando el cuidado y la responsabilidad y reconociendo la interdependencia, así como la aspiración a lograr la igualdad real entre mujeres y hombres tanto en lo material como en lo simbólico.

 Entre ellos, estudios de salud, ética animalista, psicoanálisis, psicología, historia del arte, práctica artística, identidades de género, ecocrítica, ecopoética, teología feminista, filosofía moral, ética del cuidado, agroecología, ecofeminismos materialistas...

Y también desde el ecofeminismo crítico de base ilustrada formulado por Alicia H. Puleo. Precisamente el libro se cierra con una aportación suya de especial interés para analizar la relación del feminismo con movimientos ecologistas; en él propone cinco puntos para que las relaciones con estos movimientos resulten positivas y simétricas, para que representen pactos de ayuda mutua y no “alianzas ruinosas” (en expresión de Celia Amorós) para el feminismo, como otras veces en el pasado ha ocurrido.

 Aunque Puleo lo refiere al ecologismo, al ecosocialismo y al decrecimiento, su reflexión resulta apropiada para transferir a cualquier otro movimiento o política alternativa. Esas cinco zonas opacas a tener en cuenta, son, a grandes rasgos, analizar si el discurso o la práctica del grupo relega a la invisibilidad a las mujeres, si se postergan sus intereses emancipatorios, si se diluye el legado de la Ilustración y su lucha contra los prejuicios, por la autonomía y los derechos de las mujeres, si la defensa del multiculturalismo implica límites y retrocesos específicos a las mujeres, y, por último, si se presentan con nuevos ropajes los antiguos mitos de una masculinidad hegemónica y dominante.

Ecología y género en diálogo interdisciplinar, de Alicia H. Puleo (editora). Madrid, 2015: Editorial Plaza y Valdés

Autoras y autores participantes: Teresa Alario, Eva Antón, Micaela Anzoátegui, Isabel Balza, Lucile Desblache, Pilar Errázuriz, Mª Luisa Femenías, Carmen Flys, Carmen García Colmenares, Francisco Garrido, Mª José Guerra, Kaarina Kailo, Teresa López de la Vieja, Paula Gabriela Núñez, Verónica Perales, Margarita Pintos, Alicia H. Puleo, Concha Roldán, Iván Sambade, Teo Sanz, Emma Siliprandi, Ángela Sierra, Georgina Aimé Tapia, Laura Torres San Miguel, Juan José Tamayo, Carme Valls-Llobet, Angélica Velasco Sesma.

Incorpora mi trabajo Una lectura ecofeminista de la novela de anticipación actual.

(Versión modificada de la reseña publicada en Revista Trabajadora, nº 53, marzo de 2015)





Agota Kristof: versiones de supervivencia


Recordemos a la escritora Agota Kristof (Csikvánd, Hungría, 1935- Neuchâtel Suiza, 2011) leyendo o releyendo su obra.

Agota Kristof fue una escritora atípica; de origen húngaro, trabajadora de una fábrica de relojes, comenzó a publicar con 51 años. En julio de 2011 julio falleció en una ciudad suiza. La noticia de su muerte le concedió apenas un instante de protagonismo en las necrológicas de los periódicos. Ojalá sirva también para que más personas se acerquen a sus obras literarias, porque su sobriedad narrativa y los puntos de vista disconformes que introduce le sitúan como una novelista contemporánea de dimensión universal, que con una escritura escueta y desoladora perturba órdenes establecidos y alienta reflexiones desasosegantes.

Agota Kristof nace en 1935 en Hungría, país que abandona hacia el exilio en 1956, durante la represión de la revolución, cargada con dos bolsas; una, con pañales para su hija de cuatro meses, y otra, con diccionarios. Instalada en Suiza y trabajadora en una fábrica de relojes, hasta 30 años después no publica su primera novela, ya en lengua francesa, El gran cuaderno, una obra que desmitifica cuanto aborda: la infancia, las relaciones familiares, el arraigo...

Años más tarde publica otras dos novelas más relacionadas con ésta: La prueba (Barcelona, 1988: Seix Barral) y La tercera mentira (Barcelona, 1993: Edicions 62), trilogía editada con el título Claus y Lucas (El Aleph, 2007). El éxito de El gran cuaderno (Barcelona, 1986: Seix Barral), le permite dedicarse a la escritura. La novela, que alguien ha definido como “escrita a cuchillo”, relata la historia de dos hermanos gemelos que son acogidos para pasar la guerra por una abuela inmisericorde.

A partir del relato indisoluble de los hermanos asistimos a una novela de iniciación en el mundo cruel de tiempos de guerra cuando la lucha por la supervivencia se generaliza. Un fragmento a modo de muestra: “La abuela es la madre de nuestra madre. Antes de venir a vivir a su casa no sabíamos que nuestra madre todavía tenía madre. Nosotros la llamamos abuela. La gente la llama La Bruja. Ella nos llama ‘hijos de perra””.

Una escritora que merece ser leída por las aristas con que golpea para recubrirnos de ética y humanidad, ante la punzante versión del mundo que acecha en sus obras. Ella misma lo vislumbró: “No puedo volver a leer mis libros, porque me hieren de verdad, o tal vez sea porque me parezco demasiado a mi escritura seca, negativa, desesperanzada”.

(Versión modificada de la reseña publicada en la revista Trabajadora, 42, diciembre 2011)

Mundos posibles, mundos reales


La ficción narrativa ofrece mundos posibles que a veces resultan muy reales, como en esta novela de Laura Freixas, de autodescubrimiento. Porque es fácil reconocer el contexto, el pasado reciente, y verse en el espejo de las experiencias, incertidumbres y dificultades de las protagonistas y en su despertar a la individualidad.

Áurea es una mujer adulta que, en conversación con Claire, con la que se reencuentra, indaga sobre un acontecer iniciático que marcó su nacimiento a la curiosidad, a la crítica, al cuestionamiento... pilares desasosegantes de mujeres que no se acomodan, que persisten en la búsqueda de la libertad personal aunque se sepan con los pies en el cepo.

 Sucede un verano, cuando con 14 años emprende un viaje sin retorno desde varias dimensiones. Del interior profundo a la costa, de la sobreprotección maternal a ser la extraña invitada de una familia rica, de la rudeza de un entorno socialmente desfavorecido a la sofisticación de la burguesía catalana... Allí descubre un cúmulo de intangibles que le impactan por la solidez de lo sensual y la apertura mental (el mar, los colores, el arte, la pintura...), dejando huellas en su biografía ética y emocional (las diferencias sociales, la conciencia de ser pobre, de ser mujer, la impostura...).

Relato en el que el tiempo narrado, según avanza el diálogo, voltea el tiempo vivido, mientras la voz narradora, va desvelando verdades ocultas en el devenir de los personajes, como Marina Soley, la joven catalana idealizada antaño por sus arranques transgresores, o las diferentes madres, de las que se ofrece un abanico que escapa al estereotipo, pues la relación madre-hija es explorada sin encasillamientos, desde la interacción de varios personajes. Incluso la forma de contar, apostando por una averiguación secuencial desde la propia subjetividad, a partir un diálogo del que sólo se escucha a una de las voces, enmarca una urdimbre de cotidianeidades que sólo suelen mostrarse desde las miradas de las mujeres.

Laura Freixas abre a más mujeres el olimpo de los mundos posibles. Sus complejas protagonistas, insertas en contextos sociohistóricos específicos, expresan sin mediaciones sus deseos, vínculos y necesidades, creando fisuras en un canon secularmente androcéntrico, construyendo el paisaje de la igualdad también en el gran escenario del mundo literario.

Los otros son más felices, de Laura Freixas. Barcelona 2011: Ediciones Destino.

(Reseña publicada en la revista Trabajadora, 44, mayo 2012).

miércoles, 1 de agosto de 2018

En plena ola de calor, recomiendo Ecofeminismo para otro mundo posible, de la filósofa Alicia H. Puleo

Ecofeminismo para otro mundo posible 
Alicia H. Puleo
Madrid, 2011: Ediciones Cátedra
Ilustración de portada: Verónica Perales

En plena ola de calor, recomiendo leer (o releer) Ecofeminismo para otro mundo posible, de la filósofa Alicia H. Puleo


Agosto comienza con nueva ola de calor por aquí, espeluznantes incendios por allá, temperaturas inusuales en otras regiones del mundo…

Después de décadas menospreciando las consecuencias del cambio climático, éstas se hacen visibles en estas temperaturas extremas, en desastres ecológicos y  las consiguientes catástrofes alimentarias que sufre sobre todo una población cada vez más empobrecida, agravando de manera sistemática la feminización de la pobreza en un mundo cada vez más globalizado.

Es preciso conocer y reconocer, leer y volver a leer, las aportaciones capaces de activar un pensamiento que favorece la capacidad crítica, que conduce a la acción y la movilización, como sucede con Ecofeminismo para otro mundo posible, de la filósofa Alicia H. Puleo.

Alicia H. Puleo compendia en este libro una extensa andadura en investigación, reflexión y activismo ecofeminista: documenta, analiza, deconstruye y reconstruye los puntos de conexión de las dos trayectorias de pensamiento y movimiento alternativo, la ecologista y la feminista.

Y construye los cimientos sobre los que es posible articular otro mundo, un mundo basado en la justicia social, en la igualdad de género, pero también un mundo que cimiente las transformaciones sociales sobre una base sin jerarquías, sin dominaciones ni explotaciones, comprendiendo y cuidando la naturaleza externa como se comprende y se cuida la propia naturaleza interna.

Porque mujeres y hombres pertenecen y participan de la naturaleza y la cultura, como seres igualmente capaces de construir y de cuidar, de manera corresponsable y solidaria.

Un libro que permite sumergirse en el cruce de caminos entre el feminismo y la ecología, en conexión con otros movimientos sociales emancipadores relacionados, proporcionando las bases de un ecofeminismo crítico que defiende las transformaciones sociales necesarias desde la libertad, la igualdad y la sostenibilidad, con una solidaridad abierta y extensiva a partir de una ética ecológica.

Un referente necesario para una ciudadanía activa, crítica, comprometida con la igualdad de género y a la que ninguna injusticia ni violencia le es ajena.



(versión modificada de la reseña publicada en la Revista Trabajadora, nº 46, noviembre 2012).