viernes, 3 de agosto de 2018

Sucedió en París, pero está ocurriendo a tu alrededor




"Nuestra historia empieza en mayo de 1957, en la ciudad de París". 

Quizá esta historia que así comienza nos alerte de que la violencia, esa fuerza contaminante, no se pierde o se acaba, sólo se transforma. 

Un músico francés que contrata a una refugiada como empleada de hogar. “Saffie es una criada excelente en todos los sentidos”. Y luego, boda, un hijo. Y luego, la vida sigue. ¿A quién le importa esa línea argumental del triángulo amoroso y el adulterio? No, eso no es lo que atrae desde su extrañeza en este relato de posguerra. 

Sorprende por la empatía con que se han construido los personajes, desde sus fortalezas y debilidades, y, fundamentalmente, por la voz narradora.

Una voz sutil, que enmarca la trama en el fondo histórico (la Francia de los años cincuenta, sesenta) y el acontecer de los personajes del triángulo enredado en el acontecer de los sucesos y cambios sociales de esos años. Y qué decir de la ironía con que se relatan los excesos totalitaristas, con el fondo histórico de la guerra de Argelia y las secuelas de la II Guerra Mundial,  la brutal represión, el exterminio del otro, el racismo entrelazado con la violencia del poder, el camino sin retorno de la desmemoria...

La enigmática Sophie o la desdibujada línea entre el paraíso y el infierno, y mochila híbrida de fragilidad y resistencia como forma de afrontar el patriarcal mundo de la guerra. El flautista Raphael o el precio del conformismo. El desamparo del héroe, el exiliado, el luthier húngaro, el que menciona el poder político de la música. Y el amado hijo de nadie. 

Podría decirse también que forma parte de una tradición literaria de literatura de exculpación ("Ah, sí. Todos somos todavía inocentes"), en la que se integra también, entre otros ejemplos, Almas grises, de Phillippe Claudel. Literatura que refleja (y legitima) también la tolerancia social hacia ciertas formas de violencia. De nuevo, un subtexto de violencia de género, oculta y normalizada, que explota cuando se dirige hacia los hijos como venganza por la independencia de la madre. Evidente desde la lectura feminista.

Y el final: “Lo único que tienes que hacer es levantar la vista: está ocurriendo a tu alrededor sin cesar”.

La huella del ángel, de Nancy Huston, Salamandra, 2009

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