martes, 10 de agosto de 2021

El nomadismo laboral que relata Jessica Bruder

 

 

 La itinerancia laboral no es un fenómeno nuevo. Sin duda nos vienen a la mente con rapidez algunos conocidos casos, usuales en nuestro entorno: temporeros y temporeras agrícolas, personal laboral discontinuo y estacional en comercio, turismo, incluso algunas industrias como la agroalimentaria, de juguetes o del turrón, por citar algunos ejemplos, o las migraciones vinculadas al auge de la construcción, en tiempos de la burbuja urbanística y de manera permanente, las feminizadas y vinculadas al empleo del hogar y los cuidados. No, no es un fenómeno nuevo, y menos aún con un modelo de empleo que ha normalizado la temporalidad, y, en el caso de las mujeres, también la parcialidad. Tampoco lo es su vínculo con la precariedad laboral y con la pobreza económica y social.

 Entonces, ¿Qué nos asombra de la descripción que hace Jessica Bruder en este libro? Un libro que responde a un trabajo de seguimiento y documentación de más de 3 años y cuya adaptación cinematográfica, con algunas licencias, con el título “Nomadland”, película dirigida por Chloé Zhao y protagonizada por Frances McDormand ha conseguido distintos premios en el mismo país cuyas carencias en derechos laborales, sindicales y sociales quedan al descubierto. Claro que, según señala la propia Jessica Bruder en una entrevista, a pesar de que fue asesora de la misma, película y libro son “criaturas completamente distintas”.

 Quizá lo sorprendente sea el hecho de que este nomadismo laboral y su consiguiente precariedad laboral y vital ha alcanzado de lleno a las clases medias. Que haya personas que al final de su vida laboral, como es el caso de Linda May y otras, conocidas y descritas por Jessica Bruder, que se ven obligadas a encadenar empleos abusivos, parciales y temporales por supuesto, pero también mal pagados, y a recorrer el país en su busca, como forma de supervivencia económica. Empleos dirigidos a este nuevo grupo de workampers en la recolección agrícola, en el todopoderoso Amazon, en campings y parques forestales, en centros comerciales, casinos o correos… Que constatan, además, que sus salarios no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas: vivienda, luz, agua, comida, medicinas, salud, pagar sus créditos, etc., y que prevén enormes dificultades para sobrevivir con lo mínimamente necesario cuando finalice su etapa laboral,  ante la falta de soportes suficientes en protección social y pensiones. Y que optan, en este difícil contexto, por “echarse a la carretera”, por hacer del nomadismo laboral su modo de vida, viviendo en autocaravanas, furgonetas o remolques, muchas veces sin agua, luz, baño, teniendo que recorrer adicionalmente bastantes kilómetros para darse una ducha o disponer de la luz gratuita de una farola pública.

 Porque, como señala esta periodista, “Por su aspecto y sus ideas, son mayoritariamente gente de clase media” que pudieran pasar, dadas sus edades, por “despreocupadas o despreocupados caravanistas jubilados”. Como Linda May, mujer blanca de sesenta y cuatro años, cuyo periplo laboral Jessica Bruder ha seguido en las tres años anteriores, y que en sus muchas conversaciones le ha permitido conocer su vida, una vida de mujer trabajadora: “conductora de camión, camarera de bar, contratista de obras, propietaria de un negocio de instalación de suelos de parqué, ejecutiva en una empresa de seguros, empleada del servicio de atención telefónica de la Agencia Tributaria, cuidadora en un centro de tratamiento de lesiones cerebrales traumáticas, cuidadora de perros, limpiadora de perreras en el marco de un programa gubernamental de empleo para personas mayores, desplumadora de patos y codornices en un refugio e caza. También crió dos hijas, la mayor apreté del tiempo sola”. Sin contar otros empleos, ya pasados los sesenta, como camarera en el Casino, dependienta en una tienda de bricolaje o trabajadora de Amazon, hasta llegar al actual de “anfitriona”, es decir, responsable, administradora y limpiadora de un camping en un bosque alpino.

La tradición de vida en la carretera tiene su propia y poética resistencia, quizá una forma de hacer virtud de la necesidad. Supone salirse de las poderosas fauces del consumo, seleccionar bien los objetos imprescindibles, valorar la compañía, apostar por el intercambio, una mayor cercanía con la naturaleza. Una de las compañeras de Linda May, Silvianne, incluso ha compuesto su particular Himno de la furgoneta: “es como vivir en una lata gigantesca / sin pagar alquiler, sin normas, sin un hombre / sin estar atada a una parcela de terreno. / En verano disfruto del frescor de los bosques / paso los inviernos bajo el sol del desierto…”. Pero la realidad no es tan idílica: bajos salarios, horas extras no pagadas, despidos sin preaviso y sin indemnizaciones, sin protección ante temperaturas extremas, sin una vivienda acondicionada mínimamente, sin seguro médico. Un presente de trabajo duro, de sobreexplotación laboral, con la precariedad y la pobreza como únicos horizontes.

 Ésta es la historia de Linda May y de muchas otras personas. De muchas mujeres que a la precariedad laboral unen episodios de discriminación, brecha salarial, violencia machista. También, si miramos a nuestro alrededor encontramos muchas Lindas. Incluso podemos ser una de ellas. Alguien que solo aspira a vivir una vejez de forma autosuficiente, sin ser una carga para sus hijas, pero que carece que una red de protección social, apenas prevé una ínfima pensión con la que no es posible vivir, a pesar de haber trabajado duro todos los días de su vida joven y adulta.

 Si fuera posible añadir una Addenda a la obra de Jessica Bruder sería el recordatorio de que no se trata de problemas individuales cuya solución venga solo del abordaje individual, sino que los derechos económicos, laborales, de protección social de las personas trabajadoras, y aún de toda la ciudadanía en situación más desfavorable, se conquistan mediante la presión y la actuación articulada de una clase trabajadora unida y organizada. Y en esa ruta, el sindicalismo de clase es el motor más potente.



 RESEÑA DE: Jessica Bruder (2020). País nómada. Supervivientes del siglo XXI. Madrid. Capitán Swing. Traducción de Mireia Bofill Abelló. Publicada en la Revista C8M 10 (Julio 2021). Número completo de la Revista en la Web del Centro 8 de Marzo / Fundación 1º de Mayo de CCOO

 

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